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Opinión: 1.000 m2 de deseo -Arquitectura y Sexualidad- en el CCB de Barcelona

La exposición investiga cómo se han proyectado, construido e imaginado los espacios para el sexo en la sociedad occidental desde el s. XVIII hasta nuestros días. 

Empezaré diciendo lo que a muchas luces parece evidente y que sin embargo, pocas veces se comenta. Todas nuestras actividades se realizan en un sitio óptimo, que fue proyectado-diseñado y construido para dicho fin. En un ejercicio de reflexión, pensemos en nuestras actividades diarias: comer, dormir, hacer ejercicio, tener relaciones sexuales. Pero ésta última despierta, sin duda alguna, preguntas como ¿realmente existe un sitio para «hacer el amor»?, ¿es necesario?, ¿debe el espacio provocar y evocar el deseo, o ha sido éste último, el que se ha acoplado al espacio? También es cierto y no negaremos que los diseñadores y arquitectos tendemos a sobre especializar espacios, en otras palabras, a sobrediseñar. Pero que no se nos juzque. Fuimos educados para ello. Fuimos educados para sintetizar signos, para hacer espacios hechos a la medida, y también a la medida de los símbolos, sólo basta pensar en una iglesia o en un memorial para respaldarme. Desde siempre hemos sabido que la arquitectura debe generar una atmósfera, y en éste caso, una atmósfera del deseo.

Lo que <<1.000 m2 de deseo>> quiere, que por cierto estará hasta el 19 de marzo, 2017 en el Centro Cultural Contemporánea de Barcelona (CCCB), es hacer una revisión, (…) no de los espacios normativos donde se práctica el sexo, como es la cama del matrimonio; tampoco de edificios fálicos sino de como la arquitectura ha constibuido al control, de los comportamientos y a la creación de estereotipos de género en nuestra sociedad, eminentemente patriarcal. 

Sí. Son 1000 m2 dedicados al deseo en donde se revisan templos dedicados al sexo, realidad aumentada para practicar cibersexo, saunas, cuartos oscuros gay, masmorras, etc. También vimos en la exposición una parte muy basta sobre el icono de la sexualidad, sobre PlayBoy y como su arquitectura responde a sus valores en donde no podía faltar la icónica cama de Hugh Hefner.

Exposición en el CCCB de Barcelona 1.000 m2 del deseo

Hace mucho tiempo no veía una exposición que abordara éstos tema sin caer en la tentación de ser vulgar. Podría haberse convertido en una SexShop, pues ella en si misma, es un museo de diseño industrial. Sin embargo, hace una revisión seria y compleja que contribuye a (re) pensar los valores establecidos tradicionalmente por la sociedad. Una sociedad donde aún existe prostitución, violencia, mafias, graves violaciones a derechos humanos, etc. Es pues una invitación y un cuestionamiento, como toda exposición debería ser, sobre como debemos luchar por una sociedad más libre, plural, diversa y justa.

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